Por Carolina Yañez

Psicóloga Organizacional, Master en Psicología Positiva y Master Coach

Estremece pensar que todas las personas podrían alcanzar en tiempo y forma sus más soñadas metas, sin embargo, las mujeres en el ámbito laboral, firmamos un contrato tácito al trabajar en una estructura organizacional con Techo de Cristal.

Más allá de nuestras capacidades, bagaje, potencial, lineamiento académico, ímpetu, garra y oficio puro, dado por la experiencia; lastimamos nuestras cabezas con este techo, que advertimos que existe, y que una vez traspasándolo con nuestra mirada, podemos ver un cielo lleno de oportunidades que muchas veces no llegamos a tocar.

Si hablamos desde el género y la multiplicidad de roles que tenemos, comenzamos a contabilizar de manera general: Mujer (por sí misma), madre, pareja, cuidadora, sostenedora económica, dueña de casa, trabajadora, etc. Perfecto, es una lista corta y muy nominal. ¿Pero qué sucedería entonces, si agregamos una cuota de realidad y sumamos a la lista anterior una pugna declarada entre dos o más de estas variables? Por supuesto que otro gallo es el que canta.

El Techo de Cristal, en la medida que asociamos criterios de realidad, profundidad del conflicto y capacidad para gestionarlo, va mayor tomando altura y engrosándose cada vez más.

Volvamos entonces a la definición, que convencionalmente se ha descrito del Techo de Cristal: barrera invisible que bloquea a las mujeres a ascender a posiciones de liderazgo y niveles de éxito en sus carreras. Literalmente es un bloqueo, durante el desarrollo laboral, que impide que podamos seguir subiendo en nuestra carrera hacia cargos gerenciales o de alta dirección. Si desmenuzamos esta aseveración, descubrimos que gran parte de esta consecuencia, viene heredada directamente de aspectos sistémicos, culturales, sesgos de género, expectativas sociales y decisiones familiares, entre otros.

Entonces ¿Cómo contribuir o incitar a la acción para construir espacios laborales justos y equitativos?

Es responsabilidad de todos claramente. Pero si nos concentramos tan sólo en dos actores principales, como lo son la Trabajadora y la Empresa, podremos comenzar a ecualizar la fórmula del balance. La empresa, por un lado, revisando sus políticas de atracción y desarrollo de personas, como vista hacia la equidad de género y por otro las propias trabajadoras, tomándose ese espacio otorgado, para empoderarse y tomar decisiones articulando sus propias carreras.

Tom Schuller (Investigador Universidad de Oxford) en su libro El Principio de Paula, un recomendadísimo libro, sostiene algunas teorías para revisar:

  • Las mujeres están trabajando por debajo de sus niveles de competencia.
  • Las mujeres tienen que demostrar consistentemente un desempeño superior para obtener un reconocimiento similar al de los hombres.
  • Las mujeres ven subestimados o ignorados sus talentos en entornos profesionales

El punto de análisis acá es, que las mujeres son ascendidas a menor escala y a menor velocidad que los hombres.

Me gustaría dejarte algunas inquietudes para que revises, como poder entender tu actual relación con el Techo de Cristal:

  • ¿Estás eligiendo libremente estar/quedarte en el lugar que quieres laboralmente?
  • ¿Mantienes conexiones laborales con cargos Directivos o Gerenciales frecuentes y nutritivas o sólo te relacionas con otros trabajadores de tu misma línea de mando y/o subordinados?
  • ¿Tienes trazada tu propia proyección laboral (desarrollo de carrera) y estás gestionado los hitos para obtener logros visibles?

No podemos sólo quedarnos con la respuesta de la baja “factibilidad técnica”, sin embargo, podemos poner manos a la obra, en lo que a nosotros concierne para abrirnos paso y romper el invisible pero real Techo de Cristal.