En un invierno en el que se ha producido un notorio aumento de circulación viral en niños, es importante saber en qué casos hay que ir al servicio de urgencias y cuándo se puede realizar el manejo de las enfermedades en el hogar. La doctora Marcela Quintas, pediatra de Clínica Bupa Reñaca, explica qué hacer en cada situación.

De acuerdo a las cifras del Instituto de Salud Pública (ISP), este año se ha registrado un aumento del 37,3% de circulación viral, en comparación con 2022. Si a esto sumamos bajas temperaturas y mala calidad del aire, el resultado es una gran cantidad de niños enfermos, que vienen saliendo de una pandemia con un sistema inmune poco estimulado.

“Estos meses hemos visto un alza notable de consultas pediátricas, sobre todo por enfermedades infecciosas virales, de mayor gravedad en menores de 4 años, y especialmente, en menores de 1 año. Por eso, es importante saber cuándo acudir a urgencias y cuándo no”, explica Marcela Quintas, pediatra del Servicio de Urgencia Pediátrica de Clínica Bupa Reñaca.

Señales de alerta

Frente a esto, la doctora es clara y detalle que, “hay banderas rojas que nos deben alertar y consultar en urgencias sí o sí”:

  • Recién nacidos con fiebre o hipotermia, independientemente de si hay otros síntomas asociados: un recién nacido con fiebre debe siempre ser evaluado por un pediatra.
  • Menores de 3 meses con fiebre, tos, diarrea o vómitos.
  • Rechazo a la hidratación oral: los niños enfermos habitualmente dejan de comer un par de días, pero siempre deben mantenerse bien hidratados.
  • Orina escasa: indica deshidratación, ya sea por aumento de diarrea o vómitos, o por disminución de la ingesta de líquido.
  • Fiebre de difícil manejo o que dura más de 3 días.
  • Fiebre sin foco aparente: de al menos 24 horas de evolución, salvo para los recién nacidos y menores de 3 meses que deben consultar de inmediato.
  • Dificultad respiratoria: evidenciada por aumento de la frecuencia respiratoria, aleteo nasal, silbidos al pecho, tos que provoca vómitos, coloración azulada de labios, hundimiento de costillas y dificultad para hablar.
  • Convulsiones de cualquier tipo; las más frecuentes son las asociadas a fiebre.
  • Letargia o compromiso de conciencia: niños muy somnolientos o desorientados
  • Vómitos frecuentes que no permiten hidratación oral; diarrea con estrías de sangre y orina de mal olor.

“Si el niño no presenta nada de esto, el manejo se puede hacer en casa. Además, hay que tener en cuenta que en las infecciones virales el curso de la enfermedad seguirá avanzando independiente de lo que hagamos; los medicamentos usados solo nos ayudarán a disminuir los síntomas o molestias. En casos no graves también está la posibilidad de ser evaluado por un pediatra en atención ambulatoria o por telemedicina, que puede orientar el tratamiento a realizar en casa”, comenta la pediatra.

Cuidados en casa

Frente a cuadros respiratorios, la especialista recomienda realizar aseo nasal con soluciones salinas, procurar una hidratación adecuada para mantener las mucosas sanas y hacer un manejo racional de la fiebre. “Es un mecanismo de defensa contra los microorganismos, ya que genera un ambiente hostil para la replicación viral y además activa al sistema inmune, por lo que su manejo debe ser juicioso, idealmente sobre 38°C ó 38,5°C, para dejar que el sistema inmune actúe, salvo que haya antecedentes de convulsiones febriles”, explica.

Asimismo, en el caso de la tos, la experta aclara que también es un mecanismo de defensa y no la “enfermedad” en sí. “Manejarla con antitusivos no siempre es buena idea, ya que estamos permitiendo que las secreciones nasales progresen a la vía aérea inferior o interfiriendo la expulsión de las flemas de la vía aérea inferior”, señala.