- Activos, agitados y muchas veces en tensión. El ritmo de vida actual nos obliga a mantenernos a un ritmo acelerado, lo que muchas veces nos produce estrés. ¿Sabía que ese estrés es considerado el precursor de numerosas enfermedades cardiovasculares? La cardióloga de Vidaintegra, María Victoria Hernández, nos explica a qué tipo de males nos exponemos.
El estrés es consecuencia de una presión psicológica frente a situaciones de presión o a de las que nos vemos superados. Cuando estamos estresados nuestra presión arterial aumenta, y con ello el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
La cardióloga de Vidaintegra, María Victoria Hernández, explica que el estrés es considerado el gatillante de numerosas enfermedades cardiovasculares en individuos susceptibles: isquemia cerebral (ictus) y sobre todo miocárdica (angina de pecho, infarto sintomático o asintomático). También se asocia a hipertensión arterial y a arritmias malignas. A su vez, potencia el resto de los factores de riesgo cardiovascular.
“El estrés obliga al corazón a trabajar más intensamente. Las coronarias, que nutren al músculo cardíaco, requieren mayor aporte energético. Además, la sangre se espesa y las arterias se vuelven menos reactivas o elásticas; se acumulan así sustancias nocivas en su pared, de forma que la sangre circula con mayor dificultad”, asegura la especialista.
Cuando nos estresamos aumenta la presión arterial y la frecuencia cardíaca. Esta última aumenta porque se produce un aumento de la demanda miocárdica, mientras que la presión arterial aumenta producto de una mayor tensión arterial de oxígeno, el tono y reactividad vascular.
¿Quiénes se ven más afectados?
Según indica la especialista de Vidaintegra, el grupo etario en riesgo va a estar determinado por el tipo de estrés. “Existen distintos tipo. El estrés físico (ejercicio físico, cirugía) y el mental o psicosocial (estrés personal, social y laboral). Todo dependerá de la susceptibilidad de cada persona al estrés”, asegura la Dra. Hernández.
“Lo más importante es estar alerta a los síntomas: taquicardia o algún tipo de arritmias, aumento de la presión arterial, dolor al pecho, angustia, entre otros”, concluye la cardióloga.
Cómo enfrentar situaciones de estrés sin comprometer nuestro organismo
El abordaje del estrés debe hacerse de forma multidimensional e interdisciplinar. Por tanto, es necesario abordar el estrés físico y emocional tanto en la esfera personal como en la social. “El médico no tiene que ser el único profesional implicado. Deben existir equipos que también incluyan a otros profesionales de la salud, como enfermeros, fisioterapeutas, psicólogos, nutricionistas, entre otros”, explica la cardióloga.
Existen distintos niveles de actuación frente al estrés:
• Prevención primaria: combatir los agentes estresores.
• Prevención secundaria: detección precoz de individuos con estrés.
• Prevención terciaria: va dirigida a los pacientes que sufren enfermedades relacionadas con estrés, para que puedan recuperarse y volver a su vida normal. El tratamiento del estrés incluye medidas farmacológicas y, sobre todo, no farmacológicas.
Otras enfermedades a las que nos exponemos con el estrés
– Digestivas: úlcera, enfermedad inflamatoria intestinal, colon irritable.
-Ginecológicas: disfunción eréctil, amenorrea, anorgasmia.
– Dermatológicas: reacciones alérgicas, dermatitis.
– Trastornos nutricionales: bulimia, anorexia.
– Neurológicas: cefaleas tensionales, insomnio.
-Osteomusculares: contracturas, artralgias, fibromialgia Autoinmunes.
-Emocionales: depresión, ansiedad, delirios.