La fecha busca generar conciencia sobre esta enfermedad que, de acuerdo a la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), fue el cuarto cáncer con más diagnósticos en Chile en el año 2020.
El cáncer cervicouterino es aquel que se produce en las células del cuello uterino (la parte inferior del útero que se conecta a la vagina) y casi el 100% de los casos se debe a la exposición al Virus del Papiloma Humano (VPH) de alto riesgo sin detección temprana. Existen 100 genotipos diferentes de VPH y alrededor de 14 son oncogénicos, lo que significa que pueden desarrollar cáncer.
Esta enfermedad se desarrolla mayoritariamente en mujeres entre los 35 y 50 años. La edad promedio de diagnóstico es 44 años y solamente en 2020 se registraron más de 1.500 casos en nuestro país, de acuerdo a la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) de la Organización Mundial de la Salud, que sitúa al cáncer cervicouterino como el cuarto con más incidencia en Chile.
El virus se transmite por una relación sexual directa, contacto de piel con las paredes del área genital y también a través del sexo oral. “El VPH es la infección de transmisión sexual más común en el país y en el mundo, y puede presentarse tanto en hombres como en mujeres. La mayoría de las veces no presenta síntomas y desaparece en el 90% de los casos”, aclara el gineco-oncólogo de Clínica Dávila, doctor Roberto Altamirano.
El doctor Felipe Núñez, gineco-oncólogo de Clínica Ciudad del Mar y director de la Sociedad Chilena de Ginecología Oncológica (SCHIGO), afirma: “En general, este es un cáncer silencioso, pues no da síntomas hasta etapas avanzadas en que puede producir flujo de muy mal olor y sangrado genital anormal, en especial con la actividad sexual. Por ello, y como en la mayoría de los cánceres, mientras más precoz su detección, mejor es el pronóstico”.
El ginecólogo de Clínica Dávila advierte que estos síntomas podrían estar relacionados a otros tipos de enfermedades y no necesariamente al cáncer de cuello uterino. Sin embargo, ante la presencia de estas señales, es recomendable consultar a un especialista para determinar la causa.
Prevención y tratamiento
La forma más efectiva para anticipar de manera eficiente esta enfermedad es con el examen de Papanicolau (PAP) o con el estudio de PCR para identificar el Virus del Papiloma Humano a tiempo. El PAP es la prueba que se usa con mayor frecuencia para detectar los cambios prematuros en las células que pueden derivar en cáncer de cuello uterino.
“Para prevenir este cáncer, lo primordial es realizar el examen del PAP. Estudios recientes han demostrado que entre el 65-70% de los cánceres cervicouterinos diagnosticados están presentes en mujeres que no se realizaron control ginecológico o prevención con PAP o PCR en los últimos 5 años o nunca”, profundiza el doctor Roberto Altamirano.
En caso de que los exámenes sean positivos, los especialistas derivarán a un gineco-oncólogo, quien realizará un examen más específico del cuello del útero, llamado colposcopia, y, en caso de ser necesario, una biopsia.
El doctor Iván Rojas, jefe de Ginecología, Obstetricia y Neonatología de Clínica Santa María, comenta: “Una vez diagnosticado el cáncer cervicouterino, se pueden realizar diferentes tratamientos, que van desde la cirugía hasta la radioterapia y quimioterapia, dependiendo de la etapa en la que se diagnostique el cáncer”.
Por su parte, el doctor Altamirano, de Clínica Dávila, precisa: “El VPH de alto riesgo está presente en casi un 100% de las pacientes con cáncer de cuello uterino. No hay que tener temor a estos exámenes, porque permiten diagnósticos precoces de lesiones precancerosas y evitan la aparición de cáncer cervicouterino. Existen tratamientos que son eficaces y que permiten curar la enfermedad, sin afectar la calidad de vida”.
Recomendaciones
El especialista de Clínica Santa María agrega que es recomendable iniciar el control con PAP desde los 24 años y realizarlo cada tres años. Junto con ello, explica que otro examen es el test PCR para VPH. Este es más específico y permite un diagnóstico precoz con mayor precisión, determinando si la mujer tiene un tipo de virus de alto riesgo de desarrollar cáncer. Se recomienda a partir de los 30 años porque a esa edad se puede saber si el virus es persistente o no. Si el resultado es positivo, la paciente debe ser estudiada con mayor rigurosidad y, si es negativo, el próximo examen puede realizarlo hasta en 5 años.
Otra forma de prevenir esta enfermedad es mediante vacunas contra el VPH. En Chile están disponibles la nonavalente y la tetravalente. Esta última es parte del Programa Nacional de Inmunización y se aplica a niños y niñas de cuarto y quinto básico.
Las mujeres pueden ponerse las vacunas hasta los 40 años, pero a partir de los 30 deben consultarlo con su ginecóloga o ginecólogo previamente para estar informadas de los beneficios.