- Cansancio, irritabilidad con el entorno social y problemas para dormir son algunos síntomas claros de un síndrome de estrés post-vacaciones, los cuales podrían generarnos más que un mal rato o problemas en el trabajo, la vida familiar y social. Ponga atención a los siguientes consejos que entrega la Psicóloga de Clínica Ciudad del Mar, Claudia Badilla.
Llegó marzo y con él el clásico síndrome post vacaciones que podría hacer de nuestras vidas una verdadera pesadilla si no se toman las precauciones necesarias. El regreso al trabajo y por ende a la rutina, el colegio de los niños, volver a levantarse temprano, son las principales causas de esta condición, que podrían provocar en nosotros dificultades para adaptarnos al nuevo período, especialmente en personas con rasgos del carácter auto exigentes, depresivos, que sostienen una tendencia a generar altas expectativas de logro y metas muy altas para el nuevo periodo.
Pero, ¿cuáles son los elementos psicológicos que generan esta condición? La psicóloga de Clínica Ciudad del Mar, Claudia Badilla, explica que “cuando hay cambios en la rutina, se produce en la mayoría de las personas un periodo de readaptación que se extiende por una o dos semanas, que suele cursar con cierto nivel de ansiedad, lo que es normal y útil para enfrentar este proceso”.
No obstante, dicho período puede resultar un verdadero fracaso para ciertas personas, que no logran pasar este obstáculo donde el desasosiego y la intranquilidad constante, pueden desatar efectos nocivos en el comportamiento. “Para algunas personas, señala la profesional, este proceso se presenta con un aumento de sintomatología ansiosa a niveles que ya no resultan adaptativos, por el contrario dificultan y limitan la posibilidad de iniciar con éxito las labores”.
Cansancio, somnolencia, dificultad para concentrarse, cambio en el estado de ánimo y problemas para conciliar el sueño, son síntomas de este síndrome post vacacional, que se produce debido a la interacción de factores biológicos, ambientales y psicológicos.
“Desde lo ambiental, aclara Claudia Badilla, el regreso al trabajo, universidad, colegio, implica una serie de demandas, preparativos y gastos como la compra de uniformes, útiles escolares, permisos de circulación, que aumentan el estrés durante el mes de marzo”.
“Si lo vemos desde lo biológico, la adecuación al cambio de horario y rutinas produce cierta desregulación, que en una persona estructuralmente más vulnerable al estrés puede dificultar su adaptación”, agrega.
La forma de percibir el entorno, comprender las demandas ambientales de manera amenazante son, según la especialista, los elementos psicológicos que participan en la activación de la respuesta de estrés que queremos evitar.
Estrés hasta en la hora del sueño
La reducción de horas de sueño para ajustarse a la rutina tras vacaciones, es otro factor presente en este periodo adaptativo. Si se sigue durmiendo una cantidad razonable de horas, puede significar simplemente que la persona se encuentra algo somnolienta, ansiosa e irritable durante las primeras semanas, para luego dar paso, en condiciones normales, a un proceso de adaptación si mantiene horarios regulares.
Sin embargo, en este periodo, las personas debido a aumento de actividad en preparativos y tareas propias de esta época del año, pueden reducir las horas destinadas al sueño más allá de lo requerido. Algo que es motivo de preocupación, según la psicóloga de la Clínica Ciudad del Mar Claudia Badilla.
“Desde lo neuropsicológico la restricción de las horas de sueño se asocia con alteraciones cognitivas, emocionales y conductuales, las que van desde fatiga, disminución de energía, dificultad en procesos atencionales, memoria, aprendizaje, conductas erráticas, emociones negativas, irritabilidad, impaciencia y dificultad para la regulación emocional”.
Pero eso no es todo, aclara Badilla, quien agrega que “la hiperactivación emocional a su vez aumenta la probabilidad de experimentar insomnio, el que está presente en la mayoría de cuadros psiquiátricos. Se trata de un síntoma que dificulta la adaptación y al largo plazo, la reducción de horas de sueño puede tener efectos nocivos para la salud en general”.
Pero no todo es negro en este panorama. La psicología ha desarrollado técnicas que se transforman en herramientas que pueden ayudarle a enfrentar mejor este periodo adaptativo.
Según la especialista, es útil antes de entrar al trabajo comenzar un proceso de readaptación durante los días previos al horario que se tendrá durante el año, y así aminorar el impacto de dormir menos, evitando por ejemplo la irritabilidad en el trabajo. “Se aconseja ir paulatinamente ajustando el horario de levantarse y acostarse, especialmente con los niños que son los que más drásticamente suelen modificar sus horarios en vacaciones. Luego se sugiere mantener hábitos saludables y regulares tanto en el sueño, alimentación, horas de trabajo y ejercicio”.
¿Cómo librarse del estrés?
Parece una situación patología compleja, sobre todo por las consecuencias que puede causar en el organismo humano y el desarrollo de las relaciones interpersonales padecer de un estrés post-vacaciones. Pero un simple cambio de hábitos, el desarrollo de actividades que no forman parte de nuestra agenda cotidiana, podrían crear una ilusión en nuestros cerebros y así pensar que las vacaciones no quedaron tan atrás como parecen y algo de ellas aún nos acompaña en la selva de cemento.
Según la psicóloga de Clínica Ciudad del Mar, Claudia Badilla, “Es importante entender que este periodo de readaptación es normal y limitado en el tiempo, por lo que hay que tener confianza y paciencia. Se recomienda priorizar la actividad, no dejar todo para última hora, regular expectativas, proponerse metas realistas, flexibles, apoyarse en redes familiares y amigos e incorporar actividades como el ejercicio, al aire libre, disfrutar de paseos vespertinos, aprovechando las horas de luz de esta época, podría hacer que nuestro cerebro piense que aún estamos a pasos de la arena y el mar”. “Es útil ir volver a experimentando durante el año sensaciones placenteras vividas en vacaciones, que se han registrado en nuestra memoria, especialmente aquellas vivencias que involucren asociaciones sensoriales como imágenes, olores y sabores”, finaliza.