- El chocolate, la mantequilla, los helados, el pan, la carne de cerdo, los quesos maduros y, en realidad una lista de alimentos de similares características, han sido utilizados desde hace años por la Dra. Angélica Orjuela en su programa de Entrenamiento Metabólico, con el claro conocimiento científico de que la grasa NO ENGORDA. Sí, usted lee bien: la grasa no es causante de la obesidad.
Columna de: Dra. María Angélica Orjuela. Directora de Mediser
La novedad de esto es que recién en septiembre pasado, la Sociedad Americana del Corazón, emitió un comunicado para que todos se enteraran de tan importante “descubrimiento”.
Entonces, con esos antecedentes es válido preguntarse: ¿Es un fraude haber vivido años y años en un mundo de calorías? La verdad es que sí. Es un fraude.
Hasta ahora, las calorías ofrecían la matemática simple: todo era sumarlas y restarlas, condenando a la gente a vivir bajo ciertos parámetros casi mortales con dietas de mil 200, mil y hasta 500 calorías diarias. Sí, es cierto, con esa ingesta de calorías la gente bajaba de peso, pero únicamente por la pérdida de masa muscular.
La resultante de esta matemática básica también es un envejecimiento prematuro y disparar las cifras de obesidad.
Un duro golpe
La declaración de la Sociedad Americana del Corazón, es un duro golpe a políticas alimentarias tan robustas como la de la Primera Dama de Estados Unidos, en donde la dieta hecha para los escolares es pobre en calorías, muy pobre en grasa, PERO rica en productos ligth los que contienen altas cantidades de sal, endulzantes y espesantes como el gluten.
¿Cuál es el resultado de ello?: aumento de la obesidad, disminución del coeficiente intelectual.
Siguiendo con el mismo ejemplo anterior, una de las bases de esa dieta es el uso de leche baja en grasa con sabor a chocolate, rica en edulcorantes artificiales, que lo que hacen es deteriorar el páncreas y hacer que la persona gane grasa.
La otra complejidad es el gluten, y lo cierto es que en el consumo diario no ofrece problemas. Pero como se abusa de él, y se utiliza de forma masiva en la industria de alimentos como espesante, ocurre que inflama la mucosa intestinal, interviniendo la absorción de calcio, vitamina B12 y ácido fólico… Es decir: se pierde la oportunidad de ganar masa muscular, reparar el sistema nervioso que se refleja en deterioro cognitivo (pérdida de memoria), además genera un dolor inespecífico y puede causar anemia por que no deja absorber el fierro de los alimentos.
Luego tenemos el sodio. Ya se sabe que es el gran culpable de la retención de líquidos, pero además aumenta la ansiedad, la inflamación de órganos como el musculo y el hígado favoreciendo la ganancia de grasa, atrofia las papilas salivales, lo que provoca que la persona exija más contrastes en las comidas. O sea, aumentar la carga de sal y de azúcar para disfrutar la comida. También puede generar jaquecas o migrañas, favorece el crecimiento del corazón, aumenta la inflamación de las arterias y su envejecimiento; es decir aumenta el riesgo cardiovascular.
En tanto, los endulzantes al tener una velocidad de absorción 600 veces más rápida que el azúcar común, dañan el páncreas generando desde diabetes hasta resistencia a la insulina. También aumentan los triglicéridos, aumenta la inflamación en todos los tejidos generando fatiga, mantienen la permanente necesidad de hambre, disminuyen la absorción de calcio en los huesos, favoreciendo la osteopenia y osteoporosis.
Pero al fin, ¿la grasa es buena o mala?
La grasa es vital para funcionalidad del sistema nervioso, para la desinflamación de tejidos y generalmente está asociados a fuentes proteicas. El problema que puede generar la grasa es intolerancia alimentaria, por la mezcla con exceso de sodio o azucares agregados (como los endulzantes, la maltodextrina), con espesantes (como el gluten, que no solo está en el pan, sino también en algunos lácteos, jamones y hasta crema dental). Además, la grasa tiene horarios que facilitan su aprovechamiento y otros, como la noche, en donde no hay absorción por lo que consumirla allí deteriora la función intestinal.
En qué hay que fijarse al comprar alimentos
Hay tres elementos que son claves:
-Azúcares agregados como la sucralosa, maltodextrina, jarabe de maíz, entre otros.
-El exceso de sodio, ya sea en forma de sal común o como glutamato de sodio, el saborizante de la comida china y peruana.
-El exceso de gluten, el pan Chileno tiene 30% más de gluten; algunos lácteos para convertirse en “bajos en grasa” añaden gluten para dar la textura.
Conclusión: todo ello engorda!!!
El nuevo semáforo para el rotulado de alimentos:
La verdad es que se trata de una completa burla, ya que a la luz de la ciencia evade la realidad, considerando que el andamiaje del mundo de calorías está en el piso, en donde no da la oportunidad de conocer el origen de los alimentos: con o sin manipulación genética, si es orgánico o fue expuesto a pesticidas, no se aclaran la carga de azucares incluidos y no trae el etiquetado que lo identifica con gluten o libre de gluten.
Este nuevo etiquetado va a favorecer la obesidad, ya que la tendencia de la industria -para volverse más competitiva- y reducir grasas, calorías y sal, van a usar más endulzantes artificiales, gluten y un sin fin de sustancias que deterioran la calidad del alimento. Todo ello, sólo para estar dentro del área verde del semáforo.
Vamos por la solución
La capacitación de la población, pero sin el patrocinio de la industria de edulcorantes, productos light o bajos en grasa. Lo que debiera ser lo más aconsejable, es que sea en un proceso transparente en el que cada uno de los actores debe ser tomado en cuenta, pero por sobre todo debe primar las mejores políticas de alimentación para una población que ya está en serio riesgo.