A la hora de determinar nuestro destino económico, pocas cosas importan tanto como el barrio en el que nacimos.
Reportaje de BBC Mundo
Todos tenemos claro que vivir en una zona pobre reduce las posibilidades materiales de sus residentes, por lo que el sueño de muchos es cambiarse a una zona más acomodada de la ciudad donde habitan. Pero un reciente estudio de los investigadores estadounidenses Douglas Massey de la Universidad de Princeton y Jonathan Rothwell del Instituto Brookings va más allá y presenta nuevas pruebas de que no basta con irse del barrio precario a uno mejor.
La evidencia que recopilan encuentra que el sitio específico en la ciudad donde una persona pasó los primeros 16 años de su vida es determinante para los ingresos que recibirá varias décadas después, aunque cambie de lugar de residencia muchas veces después.
Es una noticia triste para los que creen en la posibilidad del ascenso y la movilidad social. Y también podría añadir elementos de discusión a la controversia suscitada por propuestas en muchos países, incluso en algunos latinoamericanos, de llevar a habitantes de barrios pobres a vivir en las zonas más pudientes de la ciudad.
Consecuencias permanentes
“El barrio es el punto crítico donde se bloquean las aspiraciones de la gente para avanzar en la vida”, le dice Massey a BBC Mundo.
Más aún, es una herencia muy difícil de escapar.
“Los barrios pobres tienden a tener tasas más altas de desorden social, crimen y violencia. Las investigaciones muestran cada vez más que la exposición a esta clase de violencia no tiene solamente efectos de corto plazo sino también de largo plazo en la salud y la capacidad cognitiva de sus habitantes”, asegura Massey.
“Tiene efectos que no se borran cuando la gente crece”.
Integración
¿Cuál es la solución para evitar que el barrio de nacimiento se convierta en una condena?
Massey lo ve en términos de acabar con la segregación social por barrios, la misma que hace que la vida de los ciudadanos de distintos estratos económicos acaben teniendo direcciones totalmente contrarias.
El investigador ofrece como recomendación “ayudar a la gente para que pueda moverse de zonas de alta pobreza a otras áreas más de ingresos medios y altos, en donde tengan acceso a las ventajas que ofrecen esas comunidades más pudientes”.
Agrega que es posible lograr avances en ese campo construyendo viviendas públicas en barrios más acomodados mediante subsidios para que los pobres puedan llegar a los distritos menos deprimidos de las ciudades.
Trayectoria de vida
El académico insiste en que ofrecerle a los jóvenes de familias bajos ingresos la oportunidad de comenzar sus vidas en zonas más ricas puede tener un impacto positivo grande en sus trayectorias de vida.
Un argumento que en su momento se usó en ciudades europeas como Londres, en donde después de la Segunda Guerra Mundial se construyó vivienda estatal subsidiada en medio de los barrios más pudientes de la ciudad.
En meses recientes se desató una enorme polémica en Colombia luego de que el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, propusiera un programa estatal piloto para llevar a habitantes pobres a un grupo de edificios en un exclusivo distrito de esa ciudad.
Propuesta que ha sido criticada por múltiples opositores como una medida populista y un uso poco eficiente de recursos públicos escasos, alegando que serían mejor empleados en mejorar las condiciones de los barrios pobres en donde vive la mayoría de los habitantes de la capital colombiana.
La estigmatizacion
El estudio de Massey y Rothwell se basó en información de los barrios en Estados Unidos, pero Massey le insiste a BBC Mundo que las lecciones de su investigación se aplican a cualquier otro país en donde se presentan altos niveles de segregación por clase.
“Es un fenómeno que se presenta frecuentemente en América Latina”, dice el profesor de la Universidad de Princeton.
Pero que sorprende más en Estados Unidos.
“A los estadounidenses no les gusta admitirlo, pero la clase social se está volviendo una prisión para la gente, debido al efecto de los barrios en determinar nuestra suerte. Nuestra tasa de movilidad social está rezagándose frente a la de otros países industrializados”, dice Massey.
“En Estados Unidos nos gusta pensar que cualquier persona puede ir a cualquier lado basándose en sus talentos y habilidades. Pero cada vez más esto no es el caso. El talento y la habilidad se ven constreñidos cuando la gente está atrapada en ambientes segregados”, apunta el investigador.
¿Cuánto cuesta vivir en un barrio pobre?
Vivir en uno de estos ambientes segregados significa frecuentemente asistir a escuelas deficientes, estar lejos de las oportunidades laborales y cerca de los focos de violencia de nuestras ciudades.
La investigación de Massey y Rothwell cuantifica el promedio de lo que un estadounidense en promedio deja de ganarse si vive en un barrio pobre de ese país.
Encuentra que perderá cerca de US$900.000 a lo largo de su vida comparado con lo que recibe en ingresos su equivalente en un barrio acomodado.
Preocupantemente, ven este problema como una tendencia en aumento.
“A medida que la distribución de ingreso se ha hecho más desigual, también viene ocurriendo lo mismo con la distribución de los barrios. La concentración de la riqueza y la pobreza ha aumentado. Los barrios pobres se han vuelto más pobres, y se ha vuelto más difícil escapar al estatus socioeconómico de la pobreza”, indica Massey.
Por lo que incluso en Estados Unidos, nacer y crecer en un barrio pobre cada vez más determina la suerte de las personas que no consiguen mejorar sus condiciones muy temprano en sus vidas.