La pandemia por coronavirus ha impactado la vida de todos y todas en diferentes ámbitos; familiar, social, económico, laboral, personal, etc. Como adultos hemos debido adaptarnos y acompañar a los niños, niñas y adolescentes cuidándolos y estando presentes a toda hora, conteniendo sus emociones y ayudándoles en sus actividades escolares en un formato virtual, totalmente nuevo para todos. Esto ha sido, en la mayoría de los casos, un gran desafío que ha generado altos niveles de estrés en padres, madres, profesores/as y por sobre todo en los estudiantes.
Claudia Soto, psicóloga y coordinadora del programa Aprender en Familia de Fundación CAP menciona que, desde el comienzo de la pandemia hemos vivido mucha ansiedad, incertidumbre, miedo, rabia y otras emociones intensas que generan sensaciones desagradables en nuestro organismo, y que han estado presentes día a día provocando cambios de ánimo, alteraciones del sueño, dolores corporales, entre otras manifestaciones, observándose, además, una gran dificultad para regular nuestra emocionalidad.
¿Qué son las emociones? “Son respuestas frente a situaciones que experimentamos con los demás y/o con nuestro entorno. Nos permiten percibir la realidad y conocernos a nosotras y nosotros mismos. No hay emociones positivas ni negativas, pero podemos decir que hay algunas que nos hacen sentir bien, tales como la alegría, el orgullo y con otras nos sentimos mal, como la rabia, el miedo.
¿Cómo las regulamos? El sistema emocional es regulado por nuestro cerebro, tal como lo demuestran las evidencias de la neurociencia. Diversos investigadores, entre ellos el psicólogo británico Paul Gilbert, plantean que a nivel cerebral existen sistemas interconectados que intervienen en la regulación de las emociones. Él habla del sistema de amenaza, logro y de calma, planteando la necesidad de llegar a este último para alcanzar el bienestar. Estos tres sistemas están presente siempre, interconectados y en momentos de crisis y estrés nos cuesta más encontrar actividades que nos permitan activar y alcanzar la tranquilidad y tener emociones que nos hagan sentir bien a nosotros y a los demás.
Buscar la calma
Las emociones están presentes en toda nuestra vida y podemos aprender a regularlas y “hacer andar” nuestro sistema de calma que nos ayude a lograr un bienestar personal y colectivo.
Las vacaciones de invierno de los estudiantes pueden convertirse en un período para volver a activar el sistema de calma, encontrar momentos de tranquilidad y recargar energías potenciando el autocuidado.
Cada persona encuentra momentos de calma de diferentes maneras; saliendo a caminar, escuchando música, conversando con un amigo, paseando a la mascota, cocinando, meditando, haciendo ejercicios, durmiendo, entre muchas otras, lo importante es descubrir con qué actividad retomamos este sistema y nos energizamos para continuar con nuestras tareas habituales. Cuando nos damos cuenta de esto, podemos después buscar, generar los espacios e incorporar dichas actividades de manera regular para así manejar nuestras emociones adecuadamente en los momentos complejos que estamos viviendo.
“A su vez, es nuestra responsabilidad como adultos, enseñar a los los niños y niñas a regular sus emociones brindándoles ambientes seguros y vínculos afectivos profundos para que aprendan a activar su sistema de calma. Así podrán enfrentar, de mejor forma, distintas situaciones a lo largo de la vida. La invitación es a mostrarles modelos de conductas sencillas y fáciles de realizar que puedan proporcionarles calma para manejar momentos difíciles y contribuir a su desarrollo socioemocional. Para esto sólo se requiere amor, tiempo, paciencia y energía”, agrega Claudia Soto de Fundación CAP.