Pese a que el Ministerio de Educación anunció que el año escolar parte el 1 de marzo, las altas cifras diarias de Covid-19 hacen pensar que este 2021 los niños estarán nuevamente frente a una pantalla.

Las clases on-line fueron uno de los grandes dolores de cabeza del año pasado, pues no sólo quedó al descubierto la falta de herramientas y acceso a internet en muchos lugares del país, sino que también la dificultad que implicó para los padres hacer que sus hijos se concentraran y participaran en dichas instancias. Más aún, cuando los adultos debían compatibilizar estas funciones con el teletrabajo. De hecho, según la primera edición de la encuesta “Estamos Conectados 2020”, un 41% de los estudiantes afirmó sentir ansiedad o estrés, mientras que tan sólo un 3% aseguró sentirse “feliz” de estar casa.

Para Jorge Fuentes, psicólogo y Director de Pranavida, “es normal que los niños hayan tenido mayores dificultades, pues si bien tienen una mejor adaptación con los adultos, están en una etapa donde quieren y necesitan sociabilizar con sus pares y, además, el tiempo de concentración es menor, por lo que estar tanto rato frente a una pantalla sólo aumenta la posibilidad de que signos de déficit atencional o de hiperactividad salgan a la luz”.

Si bien es normal que los niños entre los 6 a 8 años dejen de prestar atención luego de 30 minutos, cuando esto es más frecuente y genera problemas en los estudios, es importante buscar a un especialista que oriente a los padres para entregar herramientas que permitan a los menores mantener la concentración. “La verdad es que el mayor problema para los menores es que su falta de concentración les implica un doble esfuerzo y mayor tiempo para estudiar o realizar sus tareas, lo que a su vez, genera síntomas de frustración, desmotivación e, incluso, problemas de autoestima. Ahora, si el déficit atención es de tipo hiperquinético, claramente los problemas que puede tener el niño también estará en sus relaciones sociales”, plantea el psicólogo.

En este mismo sentido, el profesional señala que es importante entender que la medicación no es la única alternativa para que los niños puedan estar atentos a sus profesores sin problemas, sino que desde la medicina complementaria existen también opciones efectivas y poco invasivas. “Las terapias florales, ya sean de Bach o Bush, tienen un gran efecto en los niños, quienes responden rápidamente a este tipo de tratamientos complementarios, pues están más permeables a los beneficios de la naturaleza sobre su organismo. Durante mucho tiempo se abordaron estos problemas con los menores a partir de medicamentos convencionales que los terminan aletargando, y la verdad es que los niños tienen esa energía propia de su edad, por lo que trabajarla de manera paulatina con la esencia de las flores, cuyas propiedades son conocidas, es una alternativa cada vez más adoptada por los padres”, comenta el director de www.pranavida.cl.

Jorge Fuentes concluye que “lo más importante es buscar siempre que quienes entreguen esta terapia realmente hayan estudiado, pues si bien es una donde cualquier persona puede aprender a través de cursos, hablamos de una medicina complementaria y de un trabajo con personas, lo que requiere responsabilidad”.