Siempre se dice que “prevenir es mejor que curar”. Pues este antiguo y conocido refrán también se aplicaría cuando de tratamientos de rejuvenecimiento facial se habla. Usualmente se piensa que el momento preciso para someterse a procedimientos de este tipo es cuando las arruguitas ya están marcando su presencia en el rostro.
Sin embargo, los especialistas explican que el grabado en las líneas de expresión facial, surge a medida que pasa el tiempo, causados por el plegado repetido de la piel al gesticular. El acto repetido de contracción de los músculos de la cara finalmente resulta en líneas horizontales de la frente, las patas de gallo, boca de marioneta, por ejemplo, que dan esa apariencia envejecida y cansada que nadie quiere.
Según la dermatóloga de Clínica Dermatológica Estoril, Dra. Claudia Piper, “si se disminuye la acción de los músculos de la expresión facial de forma temprana, las líneas en el rostro que se interpretan como envejecimiento, cansancio, o la ira, simplemente no se forman. Por ende, la iniciación de un tratamiento regular con un neuromodulador en un individuo de 20 a 30 años tendrá un efecto dramático en la apariencia de la cara cuando esta persona tenga 40 ó 50 años. Habrá pocas, o ninguna línea de expresión”.
Según el cirujano plástico, de Clínica Alemana y miembro de la Sociedad Chilena de Cirugía Plástica y Reconstructiva, Dr. Alejandro Swett, “la utilización de toxina botulínica en el caso de personas jóvenes, busca retardar la aparición de arrugas causadas por la gesticulación diaria y que éstas sean menos profundas. La piel está constantemente auto reparándose y, en el caso de las arrugas, el colágeno tiende a recuperarse, pero como el movimiento persiste y se vuelve a dañar. El BOTOX®, al relajar el músculo, permite que la regeneración actúe de mejor forma”.
Si bien en nuestro país ha aumentado el número de pacientes menores de 35 años que acuden a un especialista para consultar por su salud o las arrugas, aún sigue siendo un porcentaje menor respecto a los que van pasada esa edad. De acuerdo al cirujano plástico de Clínica Alemana, “es importante cambiar estas cifras porque el cuidarse por dentro y por fuera en forma oportuna, podría evitar muchos problemas a futuro. La nueva tendencia mundial es hacia la medicina antiedad, la cual apunta a identificar en forma precoz los riesgos potenciales de cada persona, a través de una buena historia clínica o exámenes genéticos, para indicar los tratamientos más adecuados y conseguir un equilibrio que permita verse y sentirse más joven”.
Para la dermatóloga de Clínica Dermatológica Estoril, “el uso de productos adecuados para cada tipo de piel y edad, la aplicación de protección solar, llevar una alimentación saludable y someterse a tratamientos no quirúrgicos, como la aplicación de BOTOX®, contribuyen a retardar la aparición de arrugas en el rostro. Hay varios estudios y observaciones personales que nos llevan a pensar que un uso precoz de BOTOX®, en el lugar, momento y cantidad adecuada, contribuiría a retardar la aparición de arrugas de expresión”.
“Si usted reeduca el uso de estos músculos, las líneas de expresión nunca se llegarán a desarrollar. En lugar de ir hacia atrás y arreglar algo que se arruinó por el uso del paso del tiempo, se puede evitar que se inicie ese daño como primera medida”, afirma la especialista.
Los tratamientos combinados
En el presente existen tratamientos combinados, que van mejorando de manera integral y complementaria la apariencia del paciente a medida que va envejeciendo. Lo importante es que sea un tratamiento integral y continuo. Según el Dr. Swett, “VYCROSS® LIFT ayuda a tratar con esas molestas arrugas estáticas y dinámicas que aparecen en el rostro, también sirve para la definición del contorno facial, la iluminación y revitalización de la piel, logrando un resultado natural, preciso y duradero”.