El Síndrome de Piernas Inquietas (SPI) es una enfermedad de origen neurológica, que produce molestas sensaciones en las extremidades, principalmente en las piernas, al permanecer sentado o acostado por un período prolongado. La neuróloga Carolina Gallegos, explica en qué consiste este trastorno que afecta al 13% de la población.

La mayoría de las personas que presentan este síndrome, aseguran que las molestias son difíciles de describir, ya que no corresponden precisamente a un dolor, calambre ni hormigueo, sino que se trata de una sensación desagradable en lo profundo e interior de las piernas, cuyo alivio se logra al caminar, apretar la musculatura con las manos, dar pequeños golpes, frotar o poner las extremidades bajo agua fría. El malestar tiene diferentes intensidades, llegando incluso a producir severos cuadros anímicos como de ansiedad o depresión.

El SPI o enfermedad de Willis-Ekbom, genera repercusiones importantes en la calidad de vida de las personas afectadas, ya que se manifiesta hacia finales del día, por lo que impide conciliar el sueño de forma agradable y reponedora. Así lo explica la neuróloga de Centros Médicos Vidaintegra, Dra. Carolina Gallegos, quien agrega que este trastorno “provoca síntomas como exceso de somnolencia, desconcentración e irritabilidad, sumado a la alteración del sueño de la persona que comparte la habitación”.

A nivel mundial, las estadísticas indican que entre un 10 y 15% de la población adulta padece esta patología, que se da principalmente en mayores de 50 años. En Chile, se estima una prevalencia del 13%, sin embargo, hasta ahora no existen estudios exactos debido a las dificultades para diagnosticar la enfermedad, sumado a que los afectados tienden a no consultar con un especialista.

¿Cómo reconocerlo?

Para un buen diagnóstico, es necesario tener en cuenta la existencia de familiares con el mismo trastorno, antecedentes de respuesta a fármacos dopaminérgicos (tratamiento para la enfermedad) y la presencia de movimientos periódicos de las piernas durante el sueño, e incluso algunas veces durante la vigilia en más de un 80 % de los casos. La evolución del SPI suele ser crónica y lentamente progresiva.

Este síndrome suele ser confundido con la enfermedad denominada “Movimiento Periódico de Extremidades durante el Sueño” (PLMS) que consiste en movimientos estereotipados, es decir, aparecen periódicamente durante la noche, con una duración que puede variar desde minutos a horas. Se caracteriza por la extensión del pie y primer dedo, con flexión de tobillo, rodilla y cadera, tipo sacudida, mientras el paciente duerme.

Otros diagnósticos diferenciales son la acatisia (inquietud motora), trastornos del sueño REM, mioclonías hípnicas, -fenómeno de sacudidas de una o varias partes del cuerpo al iniciar el sueño, las cuales se consideran normales-, poli-neuropatías, ansiedad, entre otras patologías.

“Si la enfermedad no es bien detectada, a través de una adecuada entrevista al paciente, puede ser confundida con otras condiciones que afectan el tiempo y calidad de sueño. De ahí la importancia de consultar a un especialista para identificar la condición clínica y efectuar el tratamiento adecuado”, explica la Dra. Gallegos.

Tratamiento

La neuróloga aclara que cuando ya ha sido identificada la condición clínica como Síndrome de Piernas Inquietas, el tratamiento debe considerar los siguientes factores:

  • Edad
  • Frecuencia de aparición de los síntomas.
  • Severidad de los síntomas.
  • Afectación de la calidad de vida.
  • Existencia de comorbilidades.
  • Tratamientos previos.
  • Si la causa es primaria o secundaria a alguna condición metabólica corregible.

Se debe tener en cuenta que el tratamiento de SPI no es curativo y no evita el curso de la enfermedad. En cambio, lo que busca es adquirir y/o corregir una adecuada higiene de sueño. Por ello, considera el uso de medicamentos como agonistas dopaminérgicos y suplementos de fierro que incluso puede llegar a ser de uso endovenoso. En algunos casos, también se pueden utilizar antiepilépticos, opiáceos, y otros como benzodiacepinas, antidepresivos y acupuntura, como complemento a la terapia.

Si tiene sospechas de padecer SPI, la especialista recomienda ser evaluado por profesionales en esta materia, quienes determinarán la intensidad de los síntomas para obtener un buen diagnóstico y analizar las alternativas de tratamiento –farmacológico o no- que más se adecuen a su enfermedad.