Se trata de una experiencia totalmente conmovedora por los cerros que hace unos años fueron de los más violentos de la ciudad colombiana y que hoy nos hablan de la transformación del lugar y la integración de su gente, donde el arte ha sido el gran impulsor.
Por Rebeca Ubilla M.
Hace unos días atrás tuve la oportunidad de visitar la Comuna 13 de Medellín, Colombia. La misma que hace sólo unos 5 años atrás era una de los más peligrosas y violentas de esa ciudad. Qué ha cambiado? Mucho o todo. La transformación es realmente impresionante, tanto que hoy son varios los turistas, latinos, americanos y europeos que se aventuran a conocer esa zona como parte del llamado Graffiti Tour, en el cual se recorre la Ruta 13, de la mano de un guía local.
Tal como lo dice su nombre se trata de un recorrido por las distintas calles de los cerros de esta área, por donde abundan preciosas obras callejeras, pintadas con coloridos aerosoles, todas las cuales evocan algo del dolor vivido en los años de violencia marcados por las fuerzas paramilitares y el narcotráficos, pero que nos hablan de cómo el arte ha ido cambiando e integrando a su comunidad.
En sus paredes talentosos jóvenes en su mayoría del Centro Comunitario Casa Kolacho, pintaron obras como el Obrero, que muestra el oficio al cual se dedican muchos de los habitantes de la zona, o el famoso mural de la paz, para el cual varios habitantes señalaron lo que para ellos significa esta palabra, todo lo cual quedó plasmado a través de la pintura. Son obras, vibrantes, llamativas y llenas de sentimiento, porque si bien varias reflejan dolor, también traslucen esperanza y un futuro mejor, pero con un denominador común: el no olvidar para no recaer.
Un gran atractivo y uno de los factores que ayudó al cambio, fue sin duda un amplio viaducto caminable y las llamadas escaleras eléctricas (o mecánicas, como decimos en Chile) que se disipusieron en los cerros del lugar y que le dieron el premio a la innovación a Medellín. Estas, sin duda, le cambiaron la cara a la zona y la vida de muchos de sus habitantes, al facilitar su traslado de un lado a otro. La mano de la propia comunidad también se hace presente, en sus cerros limpios, casa abiertas y niños sonrientes que acogen a los visitantes.
Un imperdible en el recorrido? El local de la famosa crema de mango, de la señora Consuelo Ríos, donde se ofrece un delicioso helado de mago verde casero, el cual se come “a la colombiana”, es decir con sal y limón.
El tour que no deja de conmover en todo su recorrido, finaliza en la entrada del Cementerio Parroquial de La América, en cuya entrada se pueden apreciar diversas macetas colgantes, cada una de las cuales está dedicada a un ser caído en los años de violencia y que incluyen distintos mensajes en su exterior.
Un recorrido realmente esperanzador, que no te puedes perder si visitas Medellín.
Contacto para tour: Andrés Mesa pipemesa04@gmail.com