R Prado (en baja)

Columna del Dr. Roberto Prado

Cirujano Plástico de la Sociedad Chilena de Cirugía Plástica

En el último tiempo, tanto en los medios de comunicación como en redes sociales hemos visto una proliferación de “ofertones” para realizarse cambios de look, en base a dietas de moda, tratamientos para eliminar la celulitis o máquinas milagrosas para tonificar la piel.

El problema viene cuando esos cambios de imagen son en base a intervenciones quirúrgicas en clínicas clandestinas, que ofrecen operaciones a bajo costo como liposucciones, abdominoplastias o aumentos de busto, pero que no son capaces de cumplir con las expectativas de los pacientes, y lo que es peor, ponen en riesgo la salud y vida de las personas.

Es así que periódicamente vemos casos de pacientes que tras someterse a cirugías estéticas no quedan con los resultados esperados o que incluso han corrido peligro de muerte. Y si bien la medicina y la tecnología han evolucionado notoriamente, y es cada vez más difícil sufrir algún tipo de complicación en la operación, siempre existe una posibilidad de presentar inconvenientes o de que el organismo no reaccione como se espera.

En este sentido, es responsabilidad ética y profesional del médico informar al paciente de todos los riesgos. Pero también es responsabilidad del paciente informarse de si el cirujano plástico con que se realizará la operación, por ejemplo, está acreditado y si el establecimiento está autorizado para realizar cirugías plásticas, y si cumple con las normativas y reglamentos que exigen la Superintendencia y el Ministerio de Salud para su funcionamiento.

Es por ello que, tratándose de nuestra salud, uno debiera ser el primer inquisidor y desde la óptica del criterio, saber a qué promociones que vemos en internet darles crédito y a cuáles no.